La sal es la principal fuente de sodio en nuestra alimentación. En justa medida sí aporta en el buen funcionamiento de nuestro organismo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no excedernos de los 5 gramos de sal al día (una cucharadita de té), porque en esa medida están contenidos 2 gramos de sodio, el elemento dañino del popular condimento potenciador del sabor.
El sodio está presente de manera natural en todos los alimentos, aunque también podemos encontrarlo en el glutamato de sodio, un sazonador muy utilizado en el mundo.
Para no sobrepasar el consumo máximo sugerido, los especialistas recomiendan el uso de saborizantes naturales que pueden sustituir la sal, tales como el romero, el tomillo o el limón.
Además, una preparación casera no debería exceder de un pellizco de sal por plato, y hay que leer las etiquetas, por eso ayudará el que existan las alertas nutricionales con mensajes de "alto en sodio", algo que en el Perú está en proceso de implementación.
Según la OMS, cada año se podría evitar 2,5 millones de muertes si la ingesta de sal a nivel mundial se redujera al nivel recomendado. "Un consumo de sal inferior a 5 gramos diarios en el adulto, contribuye a disminuir la tensión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio", señala el ente sanitario.
El principal beneficio de reducir el consumo de sal es la disminución de la hipertensión arterial. "Es la enfermedad crónica más prevalente en Perú y el mundo, además es una de las principales causas de infarto al corazón, que a su vez es la principal causa de mortalidad en el mundo", refiere Alberto Quintanilla, médico endocrinólogo de la Clínica Delgado.
El especialista comenta que "el sodio actúa cono un neurotransmisor, generando algún tipo de dependencia". De allí que nuestro paladar se acostumbre a los alimentos salados.
Quintanillla comenta que la sal de potasio también es una alternativa. “Es mucho menos agradable, pero si la persona tiene insuficiencia cardíaca e hipertensión, se le puede recomendar”.
Tengamos en cuenta que es más fácil controlar la sal de las preparaciones hechas en casa, cosa que no ocurre con los productos industrializados, incluidos los dulces, como las galletas, el helado, el keke, el jugo o la bebida gaseosa que compramos en el quiosco.
"Las comida procesadas son las más altas en sal, porque así se conservan mejor. Representan un mayor peligro de hipertensión", explica el nefrólogo Boris Medina Santander, presidente de la Sociedad Peruana de la Hipertensión Arterial.
En su justa medida, el sodio de la sal contribuye al volumen sanguíneo y es necesario para el adecuado funcionamiento del organismo. "Ayuda en la función de los nervios y los músculos. El sodio también ayuda a mantener un equilibrio adecuado de los líquidos", precisa la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.