martes, 14 de agosto de 2018

El uso y abuso de antibióticos para tratar enfermedades respiratorias

Las infecciones de las vías respiratorias altas constituyen el motivo de consulta más frecuente en esta época del año, y no precisamente de manera directa por las bajas temperaturas sino por las condiciones relacionadas al frío: las personas son temerosas de abrir puertas y ventanas (limitando la ventilación natural), existiendo una mayor tendencia a la conglomeración de personas en lugares cerrados, hay menor predisposición a lavarse las manos, entre otros factores que promueven la transmisión de infecciones.


La gran mayoría de estos procesos son de origen viral, y suelen compartir un curso autolimitado, esto es, se curan espontáneamente requeriendo tan solo medicación para tratar los síntomas, y no antibióticos. Si consideramos que en esta misma época del año también se incrementan los procesos alérgicos como asma o rinitis, entonces podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que más del 90% de las afecciones respiratorias comunes no merecen ser tratadas con antibióticos. Pero vemos que, en la práctica, la gente piensa absolutamente lo contrario.

A continuación un listado de consideraciones relacionadas al uso inadecuado de antibióticos, un fenómeno que es considerado un problema global y que en medicina llamamos uso irracional de antibióticos:

1. Los médicos piensan equivocadamente que los pacientes que acuden a consulta no se irán satisfechos si no reciben antibióticos. Por su parte, los pacientes dudan de la capacidad del médico si no reciben antibióticos. Si es en forma inyectable, erróneamente piensan que es mejor.

2. Muchas personas piensan que si el proceso que padecen no responde a determinado antibiótico, entonces requieren de uno más fuerte.  Recuerde que si el proceso no responde a un antibiótico, es muy probable que no lo necesite y deba recibir otro tipo de tratamiento.

3. Existen personas que se acostumbran a “repetir” la receta del antibiótico que lo “curó” el año pasado. Recuerden que cada proceso respiratorio es diferente de otro y cada persona es distinta al resto.

4. Los antibióticos no son útiles para el resfrío, la influenza, faringitis (inflamación de la garganta), la mayoría de casos de sinusitis, bronquitis (aún si existiera flema verdosa o amarillenta), ya que la mayoría son causados por viruses. Los antibióticos no sirven para “cortar” los resfríos y demás infecciones, sino para tratar aquellas causadas por bacterias y que el médico sabrá identificar.

5. Las personas que reciben antibióticos para tratar infecciones virales, sienten que mejoran gracias a su uso. Lo cierto es que muy probablemente mejoraron debido al curso natural de la infección (del “proceso”) y que habría pasado lo mismo si lo recibían o no.

6. La Ley General de Salud prohíbe la venta de varios grupos de medicamentos sin receta médica, entre ellos los antibióticos. Sea el farmacéutico, el boticario, algún familiar o  el mejor amigo de la oficina, ninguno de ellos está facultado técnica ni legalmente a recomendarlo. El médico es la  única persona capacitada y facultada a prescribirlos.

¿Qué consecuencias puede traer el sobreuso de antibióticos?

* La exposición innecesaria a los antibióticos, a dosis o por tiempo insuficientes, puede producir que los gérmenes desarrollen resistencia, es decir, que pierdan la capacidad de ser erradicados.

* Desarrollar un nuevo antibiótico puede tomar varios años, inclusive más de una década. Utilizar un nuevo antibiótico por estar “de moda” o para “asegurar” un efecto más fuerte, solo va a conseguir que el antibiótico tenga una vida útil más corta. Esto puede obligar a usar en el futuro antibióticos no solo más costosos sino potencialmente más tóxicos.

* El uso innecesario de antibióticos expone al usuario a reacciones adversas como alergias, síntomas gastrointestinales (nauseas, vómitos, diarrea), problemas hepáticos, renales, cardiacos, interacciones con otros medicamentos, entre otros efectos.

* Determinadas infecciones que potencialmente comprometen la vida de las personas pueden volverse intratables. Un excelente ejemplo es la neumonía producida por una bacteria llamada neumococo. Existen variedades de neumococo resistentes a todos los antibióticos habitualmente usados para combatirlo.

Por último, recuerde usted, amable lector, que son dos los compromisos del médico al tratar cualquier infección: Primero, un compromiso con el paciente al curarlo o proporcionar alivio de sus síntomas, segundo, con la comunidad, protegiéndola de no desarrollar resistencia a los antibióticos. Ese compromiso no lo pueden asumir otras personas.