Muchas veces se piensa que el cáncer es un mal netamente físico pero las emociones también son determinantes. Poco se habla acerca de cómo el factor emocional incide en el desarrollo del cáncer. La negatividad puede ser, uno de los factores de riesgo más peligrosos que existen.
Todas las personas nos enfrentamos a situaciones negativas y convivimos con el estrés cotidiano. El problema llega cuando estas emociones como la molestia, rencor, odio, estrés, resentimiento, tristeza o miedo, no son superadas y las personas acumulamos dichos sentimientos negativos por un largo periodo.
Esta negatividad no solo traerá complicaciones en la salud mental, sino también física, llegando a impactar, inclusive enfermedades como el cáncer. Estudios han comprobado científicamente que la negatividad hace que las células cancerígenas se multipliquen en el organismo.
El estrés, el principal enemigo
El estrés es un gran factor que impide el buen funcionamiento de un tratamiento contra el cáncer, aumenta la sensación de dolor y puede crear resistencia a los medicamentos. También reduce la capacidad defensiva del sistema inmunológico.
Dentro de los efectos fisiológicos, el estrés puede generar sobrepeso, depresión, insomnio, fatiga crónica, aumento de presión arterial, entre otros. Todos estos signos y síntomas afectan directamente al correcto funcionamiento del organismo y pueden ser factores para hacer más difícil el control de células cancerígenas.
En el caso de que la persona ya padezca cáncer, exponerla a situaciones estresantes podría generar metástasis en otras partes del cuerpo, empeorando así las posibilidades de una cura.
Perdonar es curar
Desde un punto de vista clínico, el perdón es el proceso de abandono de los sentimientos de resentimiento y venganza. También incluye fomentar amor, compasión, empatía y generosidad hacia aquellas personas que han infligido dolor. Erróneamente es confundido con el olvido o la resignación, pero significa llegar a un estado de paz con uno mismo, con las demás personas y con el entorno frente a una situación específica.
De acuerdo al Dr. Michael Barry, autor de “The Forgiveness Project”, más del 61% de pacientes con cáncer tienen problemas con el perdón y más de la mitad de casos tienen que ver con situaciones graves y traumáticas.
Diversos estudios señalan que las personas que aprendieron a perdonar son más propensas a tener una autoestima más alta, a bajar sus niveles de presión arterial y por ende, a mejorar su sistema inmunológico. El perdón también tiene un efecto beneficioso para el corazón e incrementa la calidad del sueño, permitiendo así una mejor regeneración de las células.
Adicionalmente, también existe evidencia que aquellas personas que sienten empatía hacia los demás y tienen la capacidad de perdonar, muestran niveles de estrés mucho más bajos.
Actividades para reducir la negatividad
Existen diversas actividades para reducir el estrés y la negatividad, pero muchas dependen de cada personalidad. Probablemente, para algunas personas algunas acciones resulten relajantes, mientras para otras no. Estas actividades pueden realizarse como método preventivo o durante el tratamiento.
Yoga: El yoga reduce el estrés, especialmente mientras el paciente está recibiendo sesiones de radioterapia. También ayuda a combatir el insomnio, fatiga, ansiedad y control de las emociones. Como se trata de movimientos suaves, no requiere mucho esfuerzo y los beneficios son numerosos.
Meditación: De acuerdo al Instituto Canario de Investigación del Cáncer, está comprobado que la meditación mejora el estado mental y físico de las personas volviéndolas más positivas y fortaleciendo el sistema inmunológico. Ayuda a reducir los síntomas de la enfermedad, así como también ver los pensamientos negativos desde otra perspectiva.
Mente positiva: Actividades como escribir 3 cosas buenas que sucedieron en el día durante 21 días o sesiones de control del estrés con especialistas, hacen cambiar la mentalidad de la persona hacia una con más energía positiva y menos estrés. Como se mencionó anteriormente, esto ayuda al sistema inmunológico.