martes, 18 de julio de 2017

¿Renegar daña nuestro Hígado?

¿Qué pasa cuando renegamos?

Cuando renegamos, nos irritamos o nos sentimos ofendidos, tanto si descargamos esos sentimientos, como si nos aguantamos, nuestro cuerpo recibe un “sacudón” físico y emocional que lo desequilibra, y los órganos más afectados en este tipo de situaciones son, sin duda alguna, el hígado y la vesícula biliar.


Hay personas que buscan como alternativa a ese mal momento que han pasado, ir a beber una copa para compensarse, y es ahí cuando éste órgano vital, recibe doble castigo, el de la ira y el del alcohol, cuando la mejor manera de reconfortarse es bajar el nivel de frustración y rabia que se siente, recuperar la calma y tomar buena nota de todo lo que se acaba de vivir para evitar repetirlo.

Si no somos conscientes de este comportamiento descompensado, afectaremos negativamente el funcionamiento de estos órganos vitales , lo cual puede desencadenar problemas hepáticos, reflejados en dolores de cabeza frecuentes, dolores lumbares en la espalda y reacciones agresivas y malhumor.

Somos nosotros los generadores del cambio 

Si  damos la importancia real a nuestra manera de comportarnos, si dejamos de culpar a los otros de todo lo que nos pasa,si empezamos a hacernos cargo de nuestra salud integral, le daremos una tregua a nuestra salud y con ello irán remitiendo, migrañas, el humor irá mejorando, la agresividad desaparecerá y esto se traduce en paz y bienestar.

El hígado es el encargado de purificar la sangre y desintoxicar el organismo y  la calidad de nuestros pensamientos y nuestras emociones ayudan a que pueda hacer este trabajo con eficiencia (pensamientos positivos) o acaban produciendo bloqueos (pensamientos negativos), que afectan la buena función de este órgano vital. Vuelvo una vez mas a insistir en la importancia de un pensamiento positivo, una buena alimentación, una buena gestión de nuestras emociones y por supuesto, no olvidarnos de nuestra parte espiritual.

En resumen, aprender a mantener la calma, aún en medio del caos, para hacer un “jaque mate” a la ansiedad.

No juzgarnos es otro de los grandes remedios que necesita nuestro hígado.

Cuando guardamos rencor o no somos capaces de hablar de lo que nos hace enfadar, cuando el descontento da paso a la envidia, o cuando no somos capaces de defendernos al sentir que invaden nuestro espacio o nos ofenden, es en el hígado, donde se refleja todo este desorden emocional.

Por esto es que la situación se genera y nosotros decidimos que papel tomamos y de que manera la gestionamos. La claridad mental sólo la da la calma, tenemos que permitirnos equivocarnos sin juzgarnos. A veces es tan inmensa la rabia que sentimos, por no haber contestado lo que creíamos correcto, que no nos deja entender, que a veces bajo la presión que da una situación estresante, pocos somos los que tenemos la palabra justa en el momento adecuado.

Lo conveniente, es estar atentos cuando se presenta esa situación que nos estresa, para poder mantener la calma en medio del caos o tomar la inteligente decisión de no caer ni “engancharse” en la emoción negativa de los otros.

Está demostrado que al liberarnos de los bloqueos emocionales nuestro cuerpo y nuestra mente se ponen de acuerdo.

La armonía entre lo que sentimos y hacemos es también la base fundamental para el equilibrio y la salud de nuestro cuerpo. tenemos al alcance herramientas para poder gestionar con éxito el estrés y la ansiedad , que nos ayudarán a liberarnos de los bloqueos que nos quitan calidad de vida.

Pararse a pensar, relajarse antes de contestar, esperar a que la euforia o el enfado se calmen, no sólo ayuda a nuestro hígado sino que ayuda cuidar el hígado de las personas con las que tratamos. Ellas también reciben nuestra ira de la misma manera que nosotros recibimos la suya.

Armonizar nuestro entorno familiar, nuestro entorno laboral y social, crea una onda expansiva en la que todos salimos favorecidos.


Por esto es muy sano , que a partir de ahora recuerdes que es mas fácil buscar la tranquilidad y intentar, sobre todo, ponerte en el lugar de los otros, antes de darle a tu cuerpo un innecesario golpe emocional.